En abril de 1980, el
piloto Oscar Santa María, entonces oficial de la FAP, tuvo una misión peculiar:
derribar un ovni que sobrevolaba la Base Aérea de La Joya, en Arequipa.
Durante dos décadas
la historia se guardó bajo siete llaves como un secreto militar. Pero a inicios
de este siglo, papeles desclasificados del Departamento de Defensa de los
Estados Unidos notificaron el suceso: en el Perú un piloto había atacado
fallidamente a un ovni y más de 1800 hombres de armas habían sido los testigos